sábado, 23 de octubre de 2010

EL INAPLAZABLE RESCATE DEL SUEÑO AMERICANO.

EL INAPLAZABLE RESCATE DEL SUEÑO AMERICANO.

Por Alfredo M. Cepero


El próximo 2 de noviembre tendrá lugar la jornada cívica de mayor importancia en los 234 años de vida del fenómeno socio-político-económico americano que nació en Filadelfia en el verano de 1776. El riesgo a la perdurabilidad del llamado “Sueño Americano” podría muy bien ser comparado al peligro conjurado por Abraham Lincoln a mediados del Siglo XIX. Su mano firme impidió la disolución de la Unión Americana durante la Guerra Civil que costó más de medio millón de muertos e incontables pérdidas materiales entre 1861 y 1865. 

Hoy como entonces la nación sufre una crisis económica de dimensiones astronómicas, la brecha que separa a las clases sociales crece hasta amenazar con convertirse en abismo y la desconfianza entre las razas alcanza niveles de confrontación. Y, para echar leña al fuego, los gobernantes que se aferran al poder y sienten el rechazo de una ciudadanía enardecida—siguiendo las pautas y la conducta del propio presidente—apelan a una deplorable retórica de calumnias, división y desinformación.

Y lo más irónico es que todo empezó como una corriente casi mística de igualdad y concordia que se manifestó en el apoyo mayoritario de blancos y negros para elegir al primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos. La izquierda intelectual norteamericana se sintió redimida del “pecado” de la discriminación apoyando a Obama, la juventud manifestó su acendrado sentido de igualdad votando en forma desproporcionada por el joven carismático que decía representar una generación sin color y los ciudadanos negros lo apoyaron en forma masiva como el camino a la materialización de sus ignoradas reclamaciones de justicia racial.

Y, dicho sea de paso, a quienes dicen que la oposición a Obama tiene connotaciones “racistas” les contestamos que habría sido estadísticamente imposible para este hombre ser electo presidente solo con el voto de los electores negros. Si no nos creen, les sugerimos que visiten las estadísticas de las elecciones del 2008 en que votaron 131 millones de norteamericanos y solo poco mas de 16 millones fueron de la raza negra. 

Por otra parte, Obama el presidente se ha encargado de negar el mensaje y de destruir el atractivo de Obama el candidato. No es, por lo tanto, extraño que sus niveles de popularidad anden rondando el 40 por ciento y que en estos momentos tenga enemigos tanto a la derecha como a la izquierda y, por añadidura, se las haya arreglado para perder a la gran mayoría de un electorado independiente que es crucial para obtener la victoria en las elecciones norteamericanas. Estos han sido la columna vertebral de unos “Tea Parties” que le han quitado el sueño y la ecuanimidad a un presidente que, hasta hace unos meses, parecía de teflón y de hielo.

Para el ala izquierda del Partido Demócrata Obama ha violado su promesa de cerrar la cárcel en la Base Naval de Guantánamo, enviado refuerzos militares al escenario de guerra de Afganistán, incrementado los bombardeos contra los refugios de Al Qaeda en las zonas tribales de ese país, olvidado su compromiso de anular la política de “no preguntes no digas” a los homosexuales en las fuerzas armadas e ignorado los clamores de los hispanos en cuanto a promover en serio una amplia ley de reforma migratoria. De la derecha no hablemos porque nunca votó por él y ahora se apresta a presentarle “la madre de todas las batallas” en el 2010 y a darle la estocada final en el 2012.

No por negro sino por socialista, por arrogante y por mentiroso. Como dice mi amigo Charles Krauthammer, Obama interpretó mal el resultado de las elecciones del 2008. Se creyó que le habían dado un mandato para transformar drásticamente la sociedad norteamericana de un sistema de capitalismo democrático a un asfixiante sistema de socialismo al estilo europeo. 

Cuando le pidieron empleos y reducción de impuestos se dio a la tarea de imponer su agenda ideológica con leyes como el mal llamado “estímulo económico” a pesar del cual el desempleo anda cercano al 10 por ciento, el autoritario plan de salud universal y el punitivo “cap and trade”—protege y negocia—que ha congelado la capacidad de los negocios para contratar empleados en medio de esta brutal crisis económica. Y, para colmo de males, obligaron a los legisladores demócratas que controlaban el congreso a votar a favor de leyes que ni siquiera tuvieron tiempo de leer. Después de esto que nadie se burle de nuestras vilipendiadas “Repúblicas Bananeras”. 

En solo unos días millones de nosotros tendremos la oportunidad de poner fin a esta pesadilla. Para ello debemos votar por quienes estén dispuestos a dar la buena batalla de controlar gastos gubernamentales, reducir déficits presupuestarios, rebajar impuestos y promover políticas encaminadas a crear empleos. Con ello, reduciremos el control agobiante del estado sobre los ciudadanos y daremos rienda suelta a la imaginación y a la iniciativa de un pueblo que es, al mismo tiempo, la envidia y la admiración del mundo. No hay tiempo que perder si queremos rescatar el amenazado sueño americano.  

0 comentarios:

Publicar un comentario